lunes, 28 de noviembre de 2016

IMAGEN DEL MITO

Poema de la Divina Comedia de Dante, en el, que con otras palabras, se alude a la luz viva y fuente de vida que en Oriente recibe el nombre de kundalinī 



Un solo instante me causa más olvido
Que los veinticinco siglos transcurridos desde aquello
Que hizo a Neptuno maravillarse de la sombra de Argos.
Así mi mente, extasiada
Contemplaba absorta y sin moverse,
Y cada vez con mayor interés
Aquella luz en la que uno se transforma de tal manera
Que es imposible ya
Contemplar cualquier otra cosa,
Porque el bien, que es objeto de la voluntad,
Se halla todo en ella contenido,
Siendo imperfecto fuera de ella cuento en ella es perfecto.
 Pero mi discurso no logrará expresar
Ni siquiera lo que recuerdo todavía.
Peor aún será para ello que la lengua de un niño de pecho.
Y no es porque hubiera más que una simple presencia
En la luz viva que estaba observando
Y que se mantiene siempre igual a sí misma;
Sino que a mi vista que se agudizaba a medida que miraba,
Una sola apariencia cambiaba
A medida que yo mismo lo hacía.
En la profunda y clara sustancia de la sublime luz,
Tres círculos aparecieron ante mí
De tres colores y una sola dimensión;
Uno parecía reflejarse en el otro
Como el iris refleja al iris, y el tercero parecía de fuego,
Exhalado por igual por los otros dos.
¡Qué inadecuado es el lenguaje, y qué pobre
Para expresar mi concepto! Y aún llamarlo pobre
No basta para expresar lo que vi.
¡Oh luz eterna que habitas en ti misma!
¡Sólo tu te abarcas, y sólo en ti misma comprendes
Y eres comprendida, amas y eres celebrada!
 El círculo que parecía originado en ti
Como luz reflejada,
Tras contemplarlo un tiempo
Me pareció que contenía nuestra propia imagen
En su interior, con su idéntico color;
Por lo que me dediqué a observarlo atentamente.
Como el geómetra que dedica todo su esfuerzo
A la medición del círculo, y no logra encontrar
Con sus cálculos el principio que busca,
 Así , me encontraba yo ante esta visión;
Quería encontrar cómo la imagen correspondía
Al círculo, y cómo tenía allí su lugar
(El Paraíso XXXIII, 94-138).